lunes, 5 de agosto de 2013

ENTREVISTA *


PREGUNTAS DE ETZEL BÁEZ 
Etzel Báez.

RESPUESTAS DE REYNALDO DISLA
Reynaldo Disla.

1) ¿Qué te lleva a escribir un guión para el cine y cuál fue ese guión?

Escribí “Perico ripiao”, “Tráfico de niños”, “Patricia, el regreso del sueño”, todos en co-autoría y por encargo.  También por encargo hice para Ángel Haché tres guiones para cortos: “Buscando a Encarnación Mendoza”, “Los que esperan a la muerte” y “Scarli”,  un trío de adaptaciones de obras literarias. De todos, solo se han filmado los dos primeros que mencioné. Así que (ahora caigo), lo que me ha llevado a escribir guiones para cine ha sido el ENCARGO.
Me dedico a la dramaturgia, desde muy joven. En lo fundamental las técnicas básicas de la creación dramática son aplicables al cine, la televisión, el cómic, el radioteatro; claro, respetando la especificidad de cada expresión artística.
Esencialmente este oficio consiste en contar historias de personajes en situaciones conflictivas. Combates físicos o sicológicos con otros caracteres, contra una fuerza de la naturaleza, hasta contra un objeto inanimado, o una pelea con uno mismo (conflicto interior). Todo transcurriendo, sintética y dinámicamente dentro de una geografía cultural, un tiempo, una unidad temática y acciones de los personajes encaminadas a lograr sus objetivos, conscientes o inconscientes.

Tuti, el motonetero de Perico Ripiao, interpretado por Reynaldo Disla.
En el cine la imagen es tan importante como en el teatro actual. Las palabras, también, crean mil imágenes. En todos estos medios: radio, cine, televisión, historietas…, se precisa conocer las técnicas del diálogo, recursos y batallas del tiempo, la geografía donde ocurre la historia, la acción creciente, la escena necesaria, protagonistas y antagonistas, clímax, anticlímax y desenlace, los giros de la fábula producidos por accidentes, anagnórisis (cambio en el destino de un personaje de mal para bien o viceversa), y reconocimiento (un secreto que se devela y hace cambiar el curso del personaje central). Estos, y muchos otros temas, los comparten desde el publicista que crea un comercial dramatizado, pasando por un adaptador de cuentos para la radio, hasta un guionista cinematográfico.

Reynaldo Disla, trabajando en el guión de Perico Ripiao, 2003.
Más que escribir guiones propios, he asesorado y orientado a muchos creadores en mis talleres de dramaturgia.  Varios escritores, algunos ni los conozco personalmente, me han enviado guiones para que aporte mi opinión, y se los devuelvo llenos de correcciones y sugerencias en letras rojas. Mi crítica, siempre es asesina, como recomendaba Rodolfo Santana, para que se corrijan y se hagan las cosas lo mejor posible. Y, además, ese asesinato queda entre el guionista y su asesor sanguinario.

Reynaldo Disla (Don Armando) en Cuatro hombres y un ataud de
Pericles Mejía, 1996.Al fondo aparecen Felipe Vicini (productor),
Pericles Mejía y el director de fotografía Julius Potocsny. 

2) ¿Cómo ha sido la experiencia desde el punto de vista creativo?

Crear es fácil.  Transmitir el sentido de verdad en la ficción, mantener al espectador expectante, atento a la historia, requiere del oficio y de una  preparación cultural, literaria y cinematográfica que sólo se adquiere durante años de lecturas y de estudiar películas ejemplares.

Reynaldo Disla, en el ejercicio audiovisual ¡Aleluya!, de Evelyn Vásquez, 1988.
Hay dos zapatas para el proceso creativo: la investigación y la reescritura. Durante la creación del guión de “Perico ripiao” los guionistas hicimos entrevistas a perseguidos por el régimen de Balaguer, yo consulté muchos periódicos de la década del 70 en la Biblioteca Nacional, nos empapamos de muchos testimonios orales y escritos como el desgarrador libro “Chapeo” de Ramón Alberto Ferreras (El Chino Ferreras.) En cuanto a la reescritura, de “Perico ripiao” realizamos ocho versiones. Recuerdo que la versión número 3 era un drama tremendo, de humor negro, que un amigo de Ángel Muñiz calificó como el guión para filmar una obra maestra. Pero era un material denso, fundamentalmente de denuncia, una película social, política, casi a lo Costa-Gavras o tirando a las “Actas de Marusia”. Ya a la altura de la quinta versión la historia se había aligerado bastante de la carga trágica, pero todavía contenía escenas impropias para una película dirigida a “toda la familia”.  Así, desde la versión 6 a la 7 seguimos sometiéndonos más a las exigencias técnicas de la comedia, y haciéndola “pigiable”, es decir, más PG.  Finalmente, la versión 8 fue un tornado rotundamente cómico, sabrosón y garante de la risa de la audiencia PG, devastó la versión número 7.  Ese fenómeno atmosférico fue responsabilidad del otro guionista, Ángel Muñiz, quien lo compuso en varias horas de trabajo febril, requiriendo de mí sólo arreglos fundamentales: síntesis de diálogos, corrección de errores lógicos y de redacción. Por supuesto, la línea argumental de la comedia, la historia, los personajes y la denuncia social, se mantuvieron de manera subterránea, fruto de las versiones anteriores; aunque, después del tornado (o el ciclón), era evidente que la historia se estructuraba como sucesión de secuencias y escenas cómicas.

Durante la filmación de Perico Ripiao, Reynaldo Disla junto a Humberto "Che" Castellanos.

3)  En el aspecto laboral, ¿cómo te manejaste y cuál es la motivación que te dejó, de si lo seguirás haciendo?

Como experiencia laboral, un desastre.  Prefiero no recordarlo. Yo, después de “Perico ripiao”, decidí no escribir un guión más. Es decir, yo estoy en huelga, empecé cuatro años antes que los colegas estadounidenses de 2007 y 2008.  Ellos, en esa su última huelga (porque en décadas anteriores hubo otras), duraron 100 días.  Yo continúo con la mía.  Aunque asesoro, gratuitamente, a mis alumnos y a las personas que se acercan a mí para que les “analice” su guión.

Raymond Pozo, Reynaldo Disla y Philip Rodríguez durante la filmación de Perico Ripiao, 2003.

Acepté sí, colaborar con un amigo productor en el arreglo de su guión. Después de hacerle un diagnóstico a fondo a su escrito, me preguntó cuánto le cobraría por ser co-guionista. Él no podía pagarme 5 mil dólares. Así que él no pudo romper mi huelga. Y yo no me resigné a dedicarme por cuatro o cinco meses a trabajar por un “muchas gracias”.   

Cartel de Tráfico de niños de Alfonso Rodríguez. Reynaldo Disla fue co-guionista de este videometraje. 
Hay 3 asuntos incómodos en este trabajo: 1) Los directores se consideran guionistas, pero buscan a un co-guionista subordinado que les repare sus deficiencias. 2) Los productores y los directores, en su gran mayoría, no aceptan al guionista (ni a los actores protagonistas) como autores de la obra cinematográfica, con derecho a porcentajes sobre las ganancias de la película. Prefieren a un empleado que por unos pesos les ayude a darle forma a “su guión”. 3) El guionista, cuando ha terminado su trabajo, es un objeto desechado por los productores y el director. Generalmente, en los créditos correspondientes al guión, el director se pone de primero y después al negro que le ayudó; es decir, no sólo hay agresión económica, también patean en las nalgas los derechos morales de los autores cinematográficos, de los guionistas. Yo, así, no escribo más para cine, evito exponer mi trasero a tales puntapiés.  

Imágenes de Medios, corto de Vladimir Abud,
con Reynaldo Disla en el papel de Adolfo.

*NOTA: Entrevista publicada originalmente en el diario digital ACENTO.COM.DO, el 14 de junio de 2013. Ver enlace:

http://www.acento.com.do/index.php/blog/9601/78/Preguntas-de-Etzel-Baez-Respuestas-de-Reynaldo-Disla.html





jueves, 11 de abril de 2013

Adrián Javier (1967-2013)



10 RECUERDOS DE ADRIÁN JAVIER

Por Reynaldo Disla

1-   Conocí primero su voz en la radio leyendo poesía. ¡Tan buena voz, barítona, apacible! Después me enteró de que él sabía quién era yo: nada literario le era ajeno. Curioso por conocer mis obras inéditas, insistía en que se las permitiera leer.  Al tenerlo al frente, hablando de las creaciones de Octavio Paz, de las de Frank Almánzar… Supe que el corpulento poeta era una esponja, cortaziana, pescando en las artes brillos sumergidos.

2- Tomaba un libro de poesía y señalaba los mejores versos. Mira, Reynaldo, en este libro (un tomo de más de cien páginas), he encontrado como veinte versos excelentes. Era un elogio al poeta puesto en su lupa, una hazaña portentosa: ¡Unos veinte versos que impactaron a Adrián!

3- El joven Adrián observaba el “piquito” de un libro, asomado a la gaveta de la secretaria. Por fin ella se lo mostró: ¡Eran ensayos de Octavio Paz!  Reynaldo, dime, ¿qué va a hacer la señora con ese libro? Ella no lee eso. Dile que me lo preste. Y esa mañana no salió de la oficina sin su libro conquistado, del que ya, ahí mismo, había leído muchísimas páginas en lo que se resolvía lo del préstamo.

De izquierda a derecha: Adrián Javier, María Eugenia Bacci, 
Ángela Hernández, Modesto Acevedo y María Santana.
4- Una imagen imborrable: Adrián sentado frente a Alexis Gómez-Rosa; corregían un libro, uno leía en voz alta las pruebas de imprenta con todo y puntuación (“punto final, coma, punto y seguido”), y el otro comparaba lo que oía con el texto original. Hacían esto en la acera, frente a la casa de Alexis. Sólo pasé por ahí y los vi, no sé todavía los detalles de aquel método de corrección.

5- Muy joven todavía, Adrián se fatigaba al caminar. Le advertía: Adrián, yo estoy ingiriendo pastillas contra la hipertensión desde los treinta años. Lotrial-D se llama la que tomo ahora, tú deberías chequearte, Adrián; qué va, parecía no darle importancia. Esa conversación paró en el comentario de un verso de Tony Raful que dice (cito de memoria) “me declaro obsesivo e hipertenso”.

6-Cuando se ensañaban contra él, comentaba el abuso con expresión de incertidumbre, ¿qué ganaba ese señor despidiéndolo sin motivo?; o aquel otro caballero haciéndole reescribir quince veces el texto del spot reel de Bronquina, de maldad, porque al final escogía el primer texto que redactó Adrián; y ¿por qué, por qué hace eso?, pretendía buscar una explicación que no fuera la envidia a su talento.
 
Adrián Javier.
7- La bondad brotaba de su voz, su expresión, su sonrisa de santo inocente. ¡Y meloso que sonaba al teléfono, conquistando a una musa misteriosa!, invitándola a que lo acompañara al cine. ¿Por qué era tan difícil complacerlo? La llamada se prolonga, al parecer la chica disfrutaba los esfuerzos retóricos del poeta para convencerla. Al final, el poeta cuelga, y se queda pensativo. Habla de ella, nunca dice su nombre. Y yo no le pregunto. ¡Vivo recuerdo de Adrián!

8- Supe cuánto me apreciaba (y que yo era un valor agregado) cuando intentó comprar mi auto Zastava, en tres plazos, aunque pagara un poco más de lo que yo pedía en un solo pago, porque además “imagínate, ¡estaré montado en el auto que perteneció a Reynaldo Disla!”. 

9- Una foto para el Directorio de escritores y periodistas dominicanos, Reynaldo, no todas las reseñas llevan fotos. ¡Oh, qué honor!  Era uno de los escogidos por Adrián para figurar con foto en su “Directorio electrónico interactivo de periodistas, artistas y escritores dominicanos”.

10- De su trasplante de riñón nunca hablamos, pero sabía que el dolor de perder a su hermano donante era ya su propia respiración, y que para comprender su devastación espiritual, nunca bastaría una frase de un diálogo cruzado mientras lo saludaba; que alguna vez podría asomarme a la verdadera profundidad de su pena, sólo a través de la poesía.  

¡Hasta luego, poeta!

Adrián Javier.
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“¡Hay gente que no sabe lo que se pierde cuando no es transparente! Nosotros lo disfrutamos todo porque siempre hemos sido lo que somos (Píndaro), nunca hemos pretendido ser aquello que no nos puebla en nuestro interior. Y eso convoca buenas voluntades, propicia caminos imborrables hacia la transparencia y el cariño verdadero...”
Adrián Javier,
en Facebook, 22 de noviembre de 2012.


miércoles, 3 de abril de 2013

EN LA CELEBRACIÓN DE LOS 20 AÑOS DEL TEATRO GAYUMBA (1996)



Palabras de Reynaldo Disla durante el homenaje al 
Teatro Gayumba, organizado por la revista Vetas
Casa Guayasamín, Santo Domingo, 1996.

Teatro Gayumba en "Un comercial para Máximo Gómez".


GAYUMBA ESTÁ 
A LA DIESTRA DE DIOS PADRE

Por Reynaldo Disla

El Teatro Gayumba es un caso único en la historia del teatro dominicano: con veinte años de actividades como grupo teatral independiente y un estilo de representación que desde “La urna" (198?) ha ido depurándose hasta alcanzar la madurez expresiva en el clásico del teatro dominicano “Don Quijote y Sancho Panza” (1983) cuya eficacia, frescura y trascendencia se confirman trece años después en escenarios de Venezuela, Puerto Rico, Estados Unidos y Portugal.

Teatro Gayumba en "Esta era una vez... ¡y dos son tres!

En un ambiente contaminado por la indiferencia, la ignorancia y el desprecio por el teatro auténtico.  ¿Cómo ha sobrevivido Gayumba?  En estos veinte años hemos visto a Manuel Chapuseaux y a Nives Santana trabajar en la televisión, como profesores, titiriteros… y ejercer dignamente el pluriempleo, hallando el tiempo para objetivos más altos: el arte teatral de Gayumba.

Dentro de la miseria espiritual del medio en el que les ha tocado vivir, ellos han alcanzado el éxito.  Un lenguaje escénico propio, una metodología de trabajo, una pedagogía eficiente.  Hoy Manuel Chapuseaux es uno de los mejores directores teatrales latinoamericanos. 
 
Manuel Chapuseaux en "Ubú Rey".

Casi sin ninguna ayuda, con voluntad y perseverancia, el Teatro Gayumba se mueve en sus circunstancias y las transforman.  La frase de Ortega y Gasset en sus Meditaciones del Quijote debe citarse completa para que sirva: “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo.”

Gayumba, en cada una de sus etapas, ha luchado por trascender las circunstancias adversas y por eso, hoy, se ha salvado.

Teatro Gayumba en "Don Quijote y Sancho Panza"



jueves, 7 de marzo de 2013

EN LOS PREMIOS FUNGLODE



Leonel Fernández Reyna, ex presidente de República Dominicana y presidente de FUNGLODE, entrega a Reynaldo Disla un pergamino de reconocimiento por el cuento "El portentoso juego de Rafelo Vásquez", galardonado en los Premios Funglode.

EL PORTENTOSO JUEGO DE RAFELO VÁSQUEZ

SINOPSIS: Un narrador anónimo recuerda la hazaña de Rafelo Vásquez, pelotero y preso político. Un play rural es el escenario mágico de un partido de béisbol entre los rivales Trocheros de Barranca y Toleteros de Sabana Angosta. Rafelo Vásquez, quien es liberado por un día, protagoniza un juego cuyos detalles aún perduran en la memoria de la comunidad. 

Reynaldo Disla, Leonel Fernández, Reynaldo Juan Disla y Catherine Florentino.



miércoles, 13 de febrero de 2013

DÍA DE SAN VALENTÍN / Valentine's Day



ETIQUETAS DEL AMOR

© Reynaldo Disla. 

“El amor es una cosa que entra por los ojos y sale por la punta del sexo”. Afirmó Dalí machísimamente.  Indaguemos entre filósofos académicos y filósofos de patio: ¿por qué resulta tan encantador el cuerpo femenino a la vista del hombre, quién inventó eso?  Tomás de Aquino, el augusto obeso, encontraría en esta atracción una prueba más de la existencia de Dios. El amor, poderoso sentimiento, compleja amalgama de fenómenos emocionales que unen y relacionan a las personas, o, incluso, a los seres humanos con sus patrimonios, ha sido objeto de estudios, teorías y tratados. Para analizarlo y comprenderlo se le etiqueta.

Pareja bailando, Fernando Botero.

El amor se refiere, casi siempre, a la atracción entre los sexos masculino y femenino; hacer el amor es el nombre del acto sexual, o ayuntamiento, y los demás condimentos que le acompañan.

El amor puede describir, también, la manera en que realizamos una tarea o un trabajo: así cocinaremos con amor, fregaremos los platos con amor o pintaremos con amor; incluso podemos llamar amor a quien le profesamos ese afecto y así decimos: “Ven acá, mi amor”.

El rapto de Prosérpina, Rubens.

Hay un tipo de amor que los sicólogos aconsejan para estos tiempos de globalización, omnipotencia del libre mercado y tráfico de mil productos: recomiendan que debe estimularse desde la infancia: es el amor propio, al que apodan autoestima. Su vecino de enfrente, que es el amor por el arte, ha causado tantas miserias a poetas y pintores que, con frecuencia, no encuentran un centavo ni para comer, aunque luego, como en el caso del pintor holandés Vincent van Gogh, sus cuadros valgan millones de dólares.

Existen el amor libre y el amor platónico. El primero inclina a la vagabundería pues tiene poca responsabilidad y es el culpable de tantos niños sin padre y de las madres solteras; el amor platónico, que se manifiesta idealizando a la persona que se idolatra pero sin tener un contacto real con ella, es el causante de mucha literatura chusca y cursi y también de una excelente literatura.

Cupido negro.

El amor tiene sus matices y particularidades inefables: Amor de hermano, amor de madre, el amor a los abuelos... El patriotismo, o amor a la patria, fuente de tantos héroes y mártires. La filantropía, o amor a la humanidad.

Abelardo y Eloísa.
Canciones, dramas, tragedias, películas, tienen como centro esta “relación gratificadora y reforzante entre las personas”, como diría un sociólogo, que es el amor. Un tema inagotable: Julieta y Romeo se suicidan por amor,  Abelardo permite que lo castren (era sacerdote y no podía continuar sus relaciones, ya descubiertas, con Eloísa), Francisco de Asís deja todas sus riquezas, la madre Teresa de Calcuta se entrega a los más pobres de los pobres.

Romeo y Julieta, Dicksee.

El amor al dinero, más que amor es una enfermedad; “madre yo al oro me humillo, él es mi amante y mi amado”. Toda la vida han existido hombres y mujeres jóvenes que se casan con un vejestorio, sólo porque han confundido su amor por el dinero, con el amor al vejete.

¡Qué sacrificio! Goya. Capricho No. 14.

Observamos el amor instintivo en la gallina, palabra sinónima de cobarde, que es un ave valiente a la hora de proteger a sus pollitos; es una muestra del espontáneo mecanismo de supervivencia ante el peligro, considerado por algunos científicos como la etapa primigenia del amor, y el ejemplo preferido de don Juan Bosch, cuanta habla del amor de madre.

Mamá Gallina,  Estela Queirolo. 

Lope de Vega, en boca de Mengo, personaje de Fuenteovejuna, pone que sólo existe el amor por uno mismo; y porque uno se ama a sí mismo es capaz, luego, de amar a los demás; es decir, el amor por los demás no existe, sólo es un reflejo de nuestro egoísmo. A estos argumentos contesta Lucrecia con la concepción de Platón, filósofo griego, de cuyo nombre se deriva, precisamente, aquello del amor platónico.

Venus recreándose con el Amor y la Música, Tiziano.

Entre los griegos era considerado el amor como el eje central que unificaba a todos los elementos del universo, para Platón era la aspiración, la tendencia del hombre hacia la belleza. Cuatro siglos después, Jesucristo lo instituye como la regla áurea, el principal mandamiento: amar al prójimo como a uno mismo. El amor es la regla de oro, también, de todas las religiones.

En el Medievo era común distinguir el amor espiritual y el amor humano. El amor a Dios figura como el supremo amor. Actualmente seguimos invocando este amor hasta para corregir a alguien: “¡Por amor a Dios, muchacho, estate tranquilo!” Por amor entregó Dios a su hijo unigénito para salvar a los hombres, a lo que agrega el apóstol Rafael Solano: que “fue una vez al calvario con una cruz a cuestas”. En fin, que Dios es amor, (si no comparte esta opinión deme su dirección que le enviaré a la puerta de su casa a mi vecino evangélico que se encargará de demostrárselo con bulla, canciones y alabanzas.)

Picnic, Fernando Botero.

El amor es una meta. Cuando en la pareja sólo uno de sus miembros ama, el amor todavía es un objetivo. Cuando se alcanza el amor correspondido entonces aquello puede llamarse amistad. Cuando no hay amistad, entonces los amantes son socios, inquilinos de una misma cama, o partes de un contrato. Esta relación envilece.

La amistad es el marco donde el amor se elabora, en sus múltiples matices; todos nuestros amados son nuestros amigos; y un amigo es un tesoro: “Tiene el leopardo un abrigo/ en su monte seco y pardo;/ yo tengo más que el leopardo/ porque tengo un buen amigo”. Escribió José Martí.

Venus negra.
El amor implica: entrega incondicional, procura del bienestar del ser amado; el amor es desinteresado. Ningún Amor debe imponerse u obligarse. El amor es heroico, cuando el ser humano es capaz de amar a sus enemigos.

Venus y Cupido, Lucas Cranach.
Pablo de Tarso afirma la perfección del amor, opina que nunca pasará y que sin amor, somos nada; el amor es la mayor de las virtudes: “El amor es paciente, servicial y sin envidia. No quiere aparentar ni se hace el importante. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar por la ira, sino que olvida sus ofensas y perdona. Nunca se alegra de algo injusto y siempre le agrada la verdad. El amor disculpa todo; todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta”. (1 Corintios 13: 4-7).

Ofrenda a Venus, Tiziano.

Cupido, hijo de Venus, diosa del amor, se encarga, según la mitología romana, de clavarnos en el corazón esas flechas sublimes y dolorosas, por las que todos existimos y buscamos compañía. Porque Cupido es Eros para los griegos, de donde viene erótico, como el cuerpo de la mujer que lanza, inesperadamente, sus caprichosas flechas invisibles. Cupido, también considerado un Dios, le vendría bien el título de Príncipe en cueros o muchachito travieso. Afrodita, su madre griega, es la misma Venus romana; pero esos detalles poco importan; como quiera, madre e hijo, como el verdadero amor, transitarán siempre desnudos.


Venus con Cupido, Fernando Botero.

© Reynaldo Disla. 
Santo Domingo, República Dominicana.
14 de febrero de 1997.






sábado, 26 de enero de 2013

HAROLD PRIEGO




HAROLD PRIEGO

Ingenioso humorista, cabal dibujante.
Lápiz en ristre contra los turpenes.
Agudo como la verdad del Chiste.
En cualquier cielo le sonríen los dioses.

Reynaldo Disla.