DÍA ÁNGELO, NOCHE
©
Reynaldo Disla
Ángelo, and-yelo, muerdo el llanto.
La muerte más muerte, peste del día.
¿Muerta la sonrisa Ángelo, la humildad Ángelo, muerta
su voz?
Muerto yo, tan bien, y mis pasos desvelando, también,
la noche Ángelo.
La palabra ¡muerte!, y recuerdos. Cuerdo de silencio, pienso
Sí Len Cio.
La maldita carretera y muerte muerta-muerto pienso.
Nada, nada hago, la NADA me deja esta muerte
capital.
Voz Ángelo resuena solo pienso y solo soy —YO—
pensamiento que trasnocha y hace su imagen…
¡Ángelo!
Que te veo, casi niño, peguntando choques y nubes del
drama.
¡Ángelo!
Que me pongo karaoke, Milanés y San Juan de la
Maguana.
¡Ángelo!
Pincel
universal de galipote (bacá —bacanas— sanjuaneras, me corrige).
¡Ángelo!
Páginas: letras
luces laureles alunizan.
¡Ángelo!
Cena con Rodolfo Santana Salas: Ángelo Valenzuela,
Edgar (invita y paga), y yo.
Ángelo “alegre, buena gente, servicial”.
Y esta muerte… que no deja noche, como si fuera yo el
difunto del día. Un difunto inquieto,
volteándose de un lado y del otro de la cama.
¡Ángelo!
Un difunto, yo, que no descansa en paz.
Santo Domingo, 6/enero/2019.
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