miércoles, 13 de febrero de 2013

DÍA DE SAN VALENTÍN / Valentine's Day



ETIQUETAS DEL AMOR

© Reynaldo Disla. 

“El amor es una cosa que entra por los ojos y sale por la punta del sexo”. Afirmó Dalí machísimamente.  Indaguemos entre filósofos académicos y filósofos de patio: ¿por qué resulta tan encantador el cuerpo femenino a la vista del hombre, quién inventó eso?  Tomás de Aquino, el augusto obeso, encontraría en esta atracción una prueba más de la existencia de Dios. El amor, poderoso sentimiento, compleja amalgama de fenómenos emocionales que unen y relacionan a las personas, o, incluso, a los seres humanos con sus patrimonios, ha sido objeto de estudios, teorías y tratados. Para analizarlo y comprenderlo se le etiqueta.

Pareja bailando, Fernando Botero.

El amor se refiere, casi siempre, a la atracción entre los sexos masculino y femenino; hacer el amor es el nombre del acto sexual, o ayuntamiento, y los demás condimentos que le acompañan.

El amor puede describir, también, la manera en que realizamos una tarea o un trabajo: así cocinaremos con amor, fregaremos los platos con amor o pintaremos con amor; incluso podemos llamar amor a quien le profesamos ese afecto y así decimos: “Ven acá, mi amor”.

El rapto de Prosérpina, Rubens.

Hay un tipo de amor que los sicólogos aconsejan para estos tiempos de globalización, omnipotencia del libre mercado y tráfico de mil productos: recomiendan que debe estimularse desde la infancia: es el amor propio, al que apodan autoestima. Su vecino de enfrente, que es el amor por el arte, ha causado tantas miserias a poetas y pintores que, con frecuencia, no encuentran un centavo ni para comer, aunque luego, como en el caso del pintor holandés Vincent van Gogh, sus cuadros valgan millones de dólares.

Existen el amor libre y el amor platónico. El primero inclina a la vagabundería pues tiene poca responsabilidad y es el culpable de tantos niños sin padre y de las madres solteras; el amor platónico, que se manifiesta idealizando a la persona que se idolatra pero sin tener un contacto real con ella, es el causante de mucha literatura chusca y cursi y también de una excelente literatura.

Cupido negro.

El amor tiene sus matices y particularidades inefables: Amor de hermano, amor de madre, el amor a los abuelos... El patriotismo, o amor a la patria, fuente de tantos héroes y mártires. La filantropía, o amor a la humanidad.

Abelardo y Eloísa.
Canciones, dramas, tragedias, películas, tienen como centro esta “relación gratificadora y reforzante entre las personas”, como diría un sociólogo, que es el amor. Un tema inagotable: Julieta y Romeo se suicidan por amor,  Abelardo permite que lo castren (era sacerdote y no podía continuar sus relaciones, ya descubiertas, con Eloísa), Francisco de Asís deja todas sus riquezas, la madre Teresa de Calcuta se entrega a los más pobres de los pobres.

Romeo y Julieta, Dicksee.

El amor al dinero, más que amor es una enfermedad; “madre yo al oro me humillo, él es mi amante y mi amado”. Toda la vida han existido hombres y mujeres jóvenes que se casan con un vejestorio, sólo porque han confundido su amor por el dinero, con el amor al vejete.

¡Qué sacrificio! Goya. Capricho No. 14.

Observamos el amor instintivo en la gallina, palabra sinónima de cobarde, que es un ave valiente a la hora de proteger a sus pollitos; es una muestra del espontáneo mecanismo de supervivencia ante el peligro, considerado por algunos científicos como la etapa primigenia del amor, y el ejemplo preferido de don Juan Bosch, cuanta habla del amor de madre.

Mamá Gallina,  Estela Queirolo. 

Lope de Vega, en boca de Mengo, personaje de Fuenteovejuna, pone que sólo existe el amor por uno mismo; y porque uno se ama a sí mismo es capaz, luego, de amar a los demás; es decir, el amor por los demás no existe, sólo es un reflejo de nuestro egoísmo. A estos argumentos contesta Lucrecia con la concepción de Platón, filósofo griego, de cuyo nombre se deriva, precisamente, aquello del amor platónico.

Venus recreándose con el Amor y la Música, Tiziano.

Entre los griegos era considerado el amor como el eje central que unificaba a todos los elementos del universo, para Platón era la aspiración, la tendencia del hombre hacia la belleza. Cuatro siglos después, Jesucristo lo instituye como la regla áurea, el principal mandamiento: amar al prójimo como a uno mismo. El amor es la regla de oro, también, de todas las religiones.

En el Medievo era común distinguir el amor espiritual y el amor humano. El amor a Dios figura como el supremo amor. Actualmente seguimos invocando este amor hasta para corregir a alguien: “¡Por amor a Dios, muchacho, estate tranquilo!” Por amor entregó Dios a su hijo unigénito para salvar a los hombres, a lo que agrega el apóstol Rafael Solano: que “fue una vez al calvario con una cruz a cuestas”. En fin, que Dios es amor, (si no comparte esta opinión deme su dirección que le enviaré a la puerta de su casa a mi vecino evangélico que se encargará de demostrárselo con bulla, canciones y alabanzas.)

Picnic, Fernando Botero.

El amor es una meta. Cuando en la pareja sólo uno de sus miembros ama, el amor todavía es un objetivo. Cuando se alcanza el amor correspondido entonces aquello puede llamarse amistad. Cuando no hay amistad, entonces los amantes son socios, inquilinos de una misma cama, o partes de un contrato. Esta relación envilece.

La amistad es el marco donde el amor se elabora, en sus múltiples matices; todos nuestros amados son nuestros amigos; y un amigo es un tesoro: “Tiene el leopardo un abrigo/ en su monte seco y pardo;/ yo tengo más que el leopardo/ porque tengo un buen amigo”. Escribió José Martí.

Venus negra.
El amor implica: entrega incondicional, procura del bienestar del ser amado; el amor es desinteresado. Ningún Amor debe imponerse u obligarse. El amor es heroico, cuando el ser humano es capaz de amar a sus enemigos.

Venus y Cupido, Lucas Cranach.
Pablo de Tarso afirma la perfección del amor, opina que nunca pasará y que sin amor, somos nada; el amor es la mayor de las virtudes: “El amor es paciente, servicial y sin envidia. No quiere aparentar ni se hace el importante. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar por la ira, sino que olvida sus ofensas y perdona. Nunca se alegra de algo injusto y siempre le agrada la verdad. El amor disculpa todo; todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta”. (1 Corintios 13: 4-7).

Ofrenda a Venus, Tiziano.

Cupido, hijo de Venus, diosa del amor, se encarga, según la mitología romana, de clavarnos en el corazón esas flechas sublimes y dolorosas, por las que todos existimos y buscamos compañía. Porque Cupido es Eros para los griegos, de donde viene erótico, como el cuerpo de la mujer que lanza, inesperadamente, sus caprichosas flechas invisibles. Cupido, también considerado un Dios, le vendría bien el título de Príncipe en cueros o muchachito travieso. Afrodita, su madre griega, es la misma Venus romana; pero esos detalles poco importan; como quiera, madre e hijo, como el verdadero amor, transitarán siempre desnudos.


Venus con Cupido, Fernando Botero.

© Reynaldo Disla. 
Santo Domingo, República Dominicana.
14 de febrero de 1997.