ANTONIA BLANCO MONTES
(Entrevista realizada en 1996, en la residencia de doña Antonia Blanco Montes.
Santo Domingo, República Dominicana).
Antonia Blanco Montes laborando en la Escuela de Arte Escénico
(hoy Escuela Nacional de Arte Dramático).
Reynaldo Disla
Durante la entrevista su sonrisa también
era una respuesta inefable.
—Yo estoy bien de todo, menos de mi
memoria; los asuntos pasados los recuerdo mejor que los recientes... Vivíamos en Madrid, dejamos nuestra familia
allí; habíamos comprado un apartamento y lo dejamos; Emilio no quería vivir
bajo la férula de Franco.
— En España Emilio tenía una escuela de
teatro, como afición; trabajaba en una compañía de seguros: Unión y Fénix
Español. Emigramos porque en España Emilio no quiso vivir bajo la dictadura de
Franco. Muchos emigraron por esa razón.
Estuvimos en Francia un año y pico arreglando el viaje para venir
aquí... Nos gustaba, teníamos unos amigos que vivían aquí y estaban muy
encantados, nos apetecía venir a este país. Llegamos en 1942.
—Sí, Emilio participó en la guerra civil.
Fue una lucha en Madrid para impedir la entrada de Franco. No estaba asimilado,
era uno más, era de la reserva; no lo recuerdo con armas en las manos, pero sí,
creo, con alguna sencilla...
—Emilio murió a los 42 años. Ese fue el
desastre de mi vida. Él empezó a hacerse un hombre aquí; trabajó siete años,
murió en el 49, y como tú dices: dejó huellas... En Madrid tenía la Escuela de
Arte Escénico Jacinto Benavente, me parece que era el nombre. La de aquí se llamó así: “Escuela de Arte
Escénico” y arrancó bien en un edificio en la calle el Conde, el Edificio Diez,
noveno piso. Sólo él daba clases: Dicción, vocalización, proyección de la
voz... No es fatuidad, pero nosotros introdujimos el teatro aquí.
—Al principio Emilio estaba totalmente
dedicado a su escuela. Con él no participé como actriz. Empecé a pertenecer a
Bellas Artes después de la muerte de mi esposo. Carmen sí, era secretaria de él
en Bellas Artes y actriz.
—Carmen Rull, vino con nosotros cuando
emigramos. No era actriz en España, la descubrió mi esposo aquí, ¡pero una
actriz!, lo mismo hacía un drama que una comedia. No éramos una compañía de
teatro cuando llegamos. Emilio, en España, dirigió teatro de afición.
—La escuela del Edificio Diez la recuerdo
primero como una escuela privada y luego oficializada. La escuela y el teatro
estaban fusionados, se llamaban: “Teatro Escuela de Arte Nacional.” Lucía Castillo o Franklin Domínguez pueden
recordar las fechas más exactamente.
Hola, Franklin. ¡Qué tal, Reynaldo! Una
pregunta. ¡Cómo no!, dice Franklin: “La Escuela de Arte Escénico fue creada
mediante decreto del 19 de mayo de 1946 junto al Cuadro de Comedias de Bellas
Artes, que era dependencia del Conservatorio Nacional de Música; si quieres en
casa tengo el número del decreto para traértelo. Sí, Franklin, creo útil
insertar ese insigne número: 3545. Dime, Franklin, ¿de qué murió Emilio
Aparicio? Murió de cáncer en la
próstata. ¿Estás seguro? Lo puedo
asegurar, Reynaldo, porque aquella vez fue cuando me enteré de que la próstata
existía. Franklin, hazme un retrato de Emilio Aparicio: Cómo no: “Emilio
Aparicio: brillante actor, sobretodo radial, con una voz extraordinariamente
poderosa, vigorosa, llena de modulaciones e inflexiones fuera de serie. Buen
maestro. Sabía enseñar y sacar de sus alumnos. Exigente. Un bello ser humano,
agradable conversador, buen amigo, atractivo en su conversación.” Y agrega: “Emilio Aparicio fue el primero en
hacer radioteatros...”
—Doña Antonia, hay una anécdota que usted
no desea que la diga, pero que la retrata como una dama excepcional, el
incidente con Petán Trujillo.
—No lo menciones. La única cosa
desagradable que he tenido en este país ha sido eso. Ellos se creían los
amos... Estoy feliz de tener dos hijas dominicanas y cinco nietos dominicanos.
La gente me acogió muy bien, quedé viuda y con dos niñas pequeñitas, me fui
rehaciendo. La casa Sterling nos apoyó los programas de radio y
televisión. Entrando a la emisora y
recién muerto mi esposo, todavía el dolor de la muerte del él... yo iba
vestidita de negro... y lo único que se le ocurrió decir fue: “¡Qué buena está
la viuda!”...
—Su contestación, doña Antonia, fue una
mirada desafiante.
—Sí, lo miré así. Lloré ese día, porque yo sentí que no me iban
a respetar... Todos en mi trabajo me consolaron, ¡me dieron besos!
— ¿Y su programa de radio?
— “De mujer a mujer” por HIZ de 4 a 5 de
la tarde, duró siete u ocho años. Daba consejos para las jóvenes, jovencitas,
casaderas, amas de casa. Eran temas precisos. Las muchachas me pedían consejos,
yo vivía contestando cartas.
—¿Y su papel como Manuela Diez en el
teatro?
—Me encantó representar a Manuela Diez y
lo hice con mucho gusto.
—¿Se siente dominicana?
—¡¿Cómo que si me siento?! ¡Yo soy
dominicana!
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Ver también el artículo de Ángela Peña: "Emilio Aparicio Martínez", en el siguiente enlace:
http://ecoportaldominicano.com/culturadominicana/index.php?option=com_content&view=article&id=547:emilio-aparicio-martinez&catid=54:nuestras-calles-y-avenidas&Itemid=76
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1 comentario:
Excelente entrevista, siempre quise saber más de doña Antonia.
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