JUAN BOSCH
HABLA SOBRE TEATRO
Juan Bosch y Reynaldo Disla. Salón en Hotel Lina. Febrero 1985.
PALABRAS DE JUAN BOSCH CON MOTIVO DEL HOMENAJE A
REYNALDO DISLA, GANADOR DEL PREMIO
CASA DE LAS AMÉRICAS DE TEATRO EN 1985
JESÚS SOSA:
Ahora, para hablarnos un poco, porque tiene otros
compromisos esta noche, el profesor Juan Bosch, ex presidente de la República y
presidente del Partido de la Liberación Dominicana, va a explicarnos un poco la
importancia del Premio Casa para todos los jóvenes artistas, para los artistas
de América Latina… Don Juan. (Aplausos.)
Jesús Sosa y Reynaldo Disla.
DON JUAN BOSCH:
Efectivamente los premios, no el premio, sino los
premios de Casa de las Américas, se han convertido en una versión
latinoamericana, pero fundamentalmente caribeña de lo que es a nivel mundial el
Premio Nobel.
Ahora bien, no se escribe para ganar un premio (ni una
novela, ni una poesía, ni una obra de teatro), se gana un premio porque se
escribe. Es decir, que uno puede salir con
una escopeta a dispararle a una paloma o a una tórtola; pero para hacer eso no
se necesita ni siquiera ser cazador, con tener el capricho de salir por un
campo cercano a disparar…, bueno, pues se puede cazar una paloma, una tórtola (ya
no una guinea, porque las guineas se las cogen vivas, ni una gallareta porque
las gallaretas ya no vienen al país, el peso está demasiado barato, el dólar
demasiado caro para ellas venir al país); pero no se le dispara a un premio
como se le dispara a una tórtola o a una paloma. El escritor se va formando a
partir de una capacidad que él mismo se descubre de interpretación de los
hechos humanos, históricos o actuales, realizada esa interpretación con un
poema o con una novela, con un libro de cuento, con una obra de teatro…
Juan Bosch. Palacio de las Convenciones. La Habana. 1985.
A mí no me sorprende que Reynaldo se haya sacado el
premio de la Casa
de las Américas, como no me sorprenderá el día que se lo saque Manuel Chapuseaux;
pero lo que sí es sorprendente para mí es que en la República Dominicana
se estén dando escritores de esa categoría, capaces de alcanzar un premio Casa
de las Américas, que como he dicho es en el ámbito del Caribe una versión del Premio
Nobel a nivel mundial. Y que se ganen el premio precisamente en obras de teatro.
¿Por qué me sorprende?, porque en nuestro
país no hay tradición de escribir teatro. Nuestro país era tan pobre, ha sido
tan pobre hasta los primeros 20 ó 25 años de este siglo, que no podía crear un
público aficionado al teatro capaz de pagar el costo de un arte tan caro como
el teatro. Porque el teatro ha sido siempre una diversión, que a la vez enseña,
cara. ¿Debido a qué? Debido a que se ejecuta, se realiza primero a través de la
creación de una obra de teatro, después a través de la actuación de actores y
actrices; pero el teatro requiere, además de actores y actrices, requiere gente
que organice el escenario, que sepa usar la utilería, que sepa usar las tramoyas,
que sepa usar las decoraciones, hacerlas y usarlas. Y los actores requieren
tiempo para aprender su arte y tiempo específico en cada caso para aprender a
ejecutar una obra determinada. Y todo eso requiere inversión en dinero.
Reynaldo Disla y Manuel Chapuseaux actúan en el Foro de la Cultura. 1984.
Hasta hace relativamente poco tiempo, todavía en los
años en que yo era joven (ustedes dirán: Pero de eso hace ya más de medio siglo,
y es verdad) (Risas.), pero todavía para esa época y hasta un poquito más
atrás, las compañías teatrales estaban formadas por muchas personas. Las obras
teatrales, incluso las musicales como las óperas, requerían la actuación de
cantidad de gente. Por ejemplo en Aída, en la Aída de Verdi, yo recuerdo cuando la vi por
primera vez en Europa hace muchos años, cuando yo era joven, que era multitud
la que pasaba por el escenario. Hoy, ya de cierto tiempo hasta esta parte, se
hacen obras con muy pocos actores, a menudo con dos actores nada más. Y en eso nosotros
tenemos ya muestras aquí en este país, ¿por qué? Porque cuantos menos actores participen en la actuación,
en la ejecución de una obra, menos costosa es esa obra teatral. Aparte de eso
se necesita la instalación del teatro propiamente dicha, y aquí no había público
para pagar las actuaciones de obras teatrales que podían venir de España o de
Cuba. Yo recuerdo de joven que los padres del compañero Hamlet Hermann vinieron
aquí trayendo una compañía teatral cubana. Y como la ciudad más próspera en el primer
cuarto de siglo, tal vez en los primeros 30 años de este siglo, era San Pedro
de Macorís, a San Pedro de Macorís venían compañías de ópera y de zarzuela y de
teatro, que a menudo no llegaban a la capital y si llegaban hacían una o dos
representaciones nada más, porque aquí no había público para pagar lo que se necesitaba
o lo que se requería para dar esa obra de teatro. De manera que por pobres, por
pobres, nosotros no pudimos formar una tradición teatral. Y, sin embargo, ahora
irrumpen así de una manera, con una fuerza vital tan extraordinaria que se
reconoce en la Casa
de las Américas. Y los premios de la
Casa de las Américas no se regalan, ni se dan a ojos ciegas,
ni se dan tampoco por razones políticas, sino por razones de calidad. Pues
irrumpen, y aquí está Reynaldo, homenajeado por ustedes esta noche por haber recibido
ese premio. Y tenemos en el porvenir, con toda seguridad, otro premio para
Manuel Chapuseaux.* (*Manuel Chapuseaux,
como para atribuirle dones proféticos a don Juan Bosch, ganó al año siguiente —1986—
el Premio Nacional de Didáctica Manuel de Jesús Peña y Reynoso por su obra:
“Manual del Teatrero”, nota de R.D.) Y tendremos con seguridad también premios de actuación de teatro y ya
tenemos actores y actrices de mucha categoría. Cecilia García, por ejemplo, es
una vedette que podría presentarse en cualquier gran capital del mundo y tendría
éxito; y Cuquín Victoria, o Milton Peláez o Freddy Beras Goico; pueden también,
en cualquier lugar donde se hable la lengua española, estos serían actores de
primer orden.
Doña María Ortiz, Juan Bosch, Reynaldo Disla y Manuel Chapuseaux.
Casa del poeta Abelardo Vicioso. Marzo 1985.
Es sorprendente diríamos, pero ¿cómo se explica eso? Se
explica porque aunque sigamos siendo pobres (pobres si vemos nuestra miseria
desde el punto de vista de la cantidad enorme de dominicanos que se levantan sin
saber si van a comer un día y se acuestan sin saber si al día siguiente van a
tener con qué desayunarse); sin embargo, la población ha crecido tanto que
siempre hay, ahora, una minoría, pero una minoría capaz de financiar con sus
entradas en los teatros y en los cabarets y con la compra de televisores el
costo de la actividad teatral. En la capital hay ahora un millón 500 mil
habitantes, seguramente más en este momento; el último censo dio un millón 500
mil habitantes. Bueno, pues de ese millón 500 mil habitantes si hay 10 ó 15 mil
con capacidad de pagar la boleta del teatro porque le gusta el teatro, es
suficiente para que tengamos una actividad teatral ya de un nivel apreciable. Tan
apreciable que un autor salcedense, porque no es ni siquiera capitaleño… Y en
Salcedo hubo dos mujeres que escribieron para teatro a principios de este siglo;
de manera que puede haber, en el caso de Salcedo y de Reynaldo, puede haber una
explicación para el hecho de que él se haya dedicado al teatro. A lo mejor
percibió de niño en Salcedo, ¿verdad?, la significación, la importancia del
teatro a través de una de las obras de esas dos mujeres que escribieron para
teatro. Y en el caso de Manuel Chapuseaux, bueno, pues vive en la capital y en
la capital, como dije, ya hay, ya hay bases. No para tener un teatro de la
categoría que lo tiene por ejemplo La Habana, o que lo tiene México o que lo
tiene Caracas, pero ya hay teatro.
Freddy Ginebra entrega dos libros a Juan Bosch y a Reynaldo Disla.
Casa de Teatro. Marzo 1985.
Yo creo que nosotros debemos marcar en la historia de
la cultura de nuestro país la fecha del premio de teatro de la Casa de las Américas a
Reynaldo Disla como una fecha importante, una fecha que significa mucho para
nosotros, porque con toda seguridad ese premio va a estimular a niños que tal
vez ahora tengan cinco años, seis años, siete años, que sin darse cuenta, sin
percibirlo conscientemente se sentirán inclinados a tratar de ganarse un día otro
premio de las Américas con una obra de teatro.
Yo quiero pedirles a todos ustedes un aplauso de pie
para Reynaldo Disla y para doña María, la mujer de cuyo vientre nació Reynaldo.
(Aplausos.)
Doña María Ortiz y Juan Bosch.
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