10 RECUERDOS
DE ADRIÁN JAVIER
Por Reynaldo Disla
1- Conocí primero su voz en la radio leyendo
poesía. ¡Tan buena voz, barítona, apacible! Después me enteró de que él sabía
quién era yo: nada literario le era ajeno. Curioso por conocer mis obras
inéditas, insistía en que se las permitiera leer. Al tenerlo al frente, hablando de las
creaciones de Octavio Paz, de las de Frank Almánzar… Supe que el corpulento
poeta era una esponja, cortaziana, pescando en las artes brillos sumergidos.
2- Tomaba un libro de poesía y señalaba los mejores versos.
Mira, Reynaldo, en este libro (un tomo de más de cien páginas), he encontrado como
veinte versos excelentes. Era un elogio al poeta puesto en su lupa, una hazaña
portentosa: ¡Unos veinte versos que impactaron a Adrián!
3- El joven Adrián observaba el “piquito” de un libro,
asomado a la gaveta de la secretaria. Por fin ella se lo mostró: ¡Eran ensayos
de Octavio Paz! Reynaldo, dime, ¿qué va
a hacer la señora con ese libro? Ella no lee eso. Dile que me lo preste. Y esa
mañana no salió de la oficina sin su libro conquistado, del que ya, ahí mismo,
había leído muchísimas páginas en lo que se resolvía lo del préstamo.
De izquierda a derecha: Adrián Javier, María Eugenia Bacci,
Ángela Hernández, Modesto Acevedo y María Santana.
|
4- Una imagen imborrable: Adrián sentado frente a Alexis Gómez-Rosa;
corregían un libro, uno leía en voz alta las pruebas de imprenta con todo y
puntuación (“punto final, coma, punto y seguido”), y el otro comparaba lo que
oía con el texto original. Hacían esto en la acera, frente a la casa de Alexis.
Sólo pasé por ahí y los vi, no sé todavía los detalles de aquel método de
corrección.
5- Muy joven todavía, Adrián se fatigaba al caminar. Le
advertía: Adrián, yo estoy ingiriendo pastillas contra la hipertensión desde
los treinta años. Lotrial-D se llama la que tomo ahora, tú deberías chequearte,
Adrián; qué va, parecía no darle importancia. Esa conversación paró en el
comentario de un verso de Tony Raful que dice (cito de memoria) “me declaro
obsesivo e hipertenso”.
6-Cuando se ensañaban contra él, comentaba el abuso con
expresión de incertidumbre, ¿qué ganaba ese señor despidiéndolo sin motivo?; o aquel
otro caballero haciéndole reescribir quince veces el texto del spot reel de Bronquina, de maldad, porque
al final escogía el primer texto que redactó Adrián; y ¿por qué, por qué hace
eso?, pretendía buscar una explicación que no fuera la envidia a su talento.
7- La bondad brotaba de su voz, su expresión, su sonrisa de
santo inocente. ¡Y meloso que sonaba al teléfono, conquistando a una musa
misteriosa!, invitándola a que lo acompañara al cine. ¿Por qué era tan difícil
complacerlo? La llamada se prolonga, al parecer la chica disfrutaba los
esfuerzos retóricos del poeta para convencerla. Al final, el poeta cuelga, y se
queda pensativo. Habla de ella, nunca dice su nombre. Y yo no le pregunto.
¡Vivo recuerdo de Adrián!
8- Supe cuánto me apreciaba (y que yo era un valor agregado) cuando intentó comprar
mi auto Zastava, en tres plazos, aunque pagara un poco más de lo que yo pedía
en un solo pago, porque además “imagínate, ¡estaré montado en el auto que
perteneció a Reynaldo Disla!”.
9- Una foto para el Directorio de escritores y periodistas
dominicanos, Reynaldo, no todas las reseñas llevan fotos. ¡Oh, qué honor! Era uno de los escogidos por Adrián para
figurar con foto en su “Directorio
electrónico interactivo de periodistas, artistas y escritores dominicanos”.
10- De su trasplante de riñón nunca hablamos, pero sabía que
el dolor de perder a su hermano donante era ya su propia respiración, y que
para comprender su devastación espiritual, nunca bastaría una frase de un
diálogo cruzado mientras lo saludaba; que alguna vez podría asomarme a la
verdadera profundidad de su pena, sólo a través de la poesía.
¡Hasta luego, poeta!
Adrián Javier. |
-----------------------------------------------
“¡Hay gente que no sabe lo que se pierde cuando no es
transparente! Nosotros lo disfrutamos todo porque siempre hemos sido lo que
somos (Píndaro), nunca hemos pretendido ser aquello que no nos puebla en
nuestro interior. Y eso convoca buenas voluntades, propicia caminos imborrables
hacia la transparencia y el cariño verdadero...”
Adrián Javier,
en Facebook, 22 de noviembre de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario